Privilegiados. Así nos sentimos los espectadores que tuvimos la posibilidad de disfrutar de la exhibición protagonizada por acaso las dos mejores tenistas de la historia, Venus Ebone Starr Williams Price (Lynwood (California, Estados Unidos), 17 de junio de 1980), y Serena Jameka Williams Price (Saginaw (Michigan, Estados Unidos), 26 de septiembre de 1981), su hermana y actual número uno del mundo.
Pareciera que ambas hubieran pasado en puntas de pie por nuestra actualidad. Un país devoto del fútbol aunque pocos profesionales lo jueguen bien hoy en la élite, y al que le cuesta tanto brindarse de forma colectiva hacia otras disciplinas deportivas. En cualquier caso, pocos pero bien avenidos quienes nos dimos cita en el Buenos Aires Lawn Tennis Club este sábado 30 de noviembre, para celebrar el tenis junto a estas dos chicas que jamás buscaron alcanzar el estatus de celebridades, pero lo consiguieron con una raqueta en la mano y el sello personal que le inyectaron a sus respectivas carreras.
Venus, extrovertida. Carismática. Elegante. Bella desde su andar. Depredadora a partir de su juego. Serena, contenida. Sobria. Menos armónica en sus movimientos. Oportuna para sorprender desde la técnica, aunque sin continuidad en la casi hora y media que duró el partido. Venus se impuso a Serena (7-6, 6-2), aunque el resultado -salvo para la menor de las Williams– fue lo de menos.
Venus se mostró casi inexpugnable, al punto de cerrar con 3 aces (saques directos) el match. Llamó la atención la rapidez con que lograba cambiar el chip mental. Porque animó el show sin cortarse, como lo haría Novak Djokovic, empatizó muy pronto con el entorno en las pausas del juego, y cuando éste se reanudaba se transformaba en una fiera. Serena entró a la central de La Catedral más tensa. Incluso cerró la entrevista previa que tenía el objetivo de distender el clima, con un “ahora tengo que jugar”. No se permitió un relax por iniciativa propia -su hermana mayor llevó las riendas del espectáculo con clase- y lució enojada consigo misma porque se dio cuenta en un plis plas que no era su mejor tarde. Aún errática, su empeño y su tesón merecieron el reconocimiento general. Lo que quedó claro a grandes luces es que ambas son naturales y no impostan. Se muestran tal cual son. Eso subraya su autenticidad. Lo más loable, la dedicación y la bondad que ambas pusieron en los clínics que ofrecieron en Buenos Aires. Serena incluso relató su emoción en su cuenta de Twitter tras haber jugado tenis con niños no videntes.
Cabe destacar la excelente organización de Imagen Deportiva, empresa de Guillermo Marín, que también -entre otras importantes galas- monta los espectáculos futbolísticos de carácter benéfico con los que Lionel Messi se presenta en Sudamérica, y el grandísimo show de la banda Los Auténticos Decadentes, quienes hicieron delirar al Lawn Tennis.
